Hace tiempo, mis queridos ociosos, viajé a los confines mas remotos de esta republica. En esos lugares donde la tierra confunde sus dominios con el mar me encontre varado, pensando, increiblemente asombrado por la majestuosidad de los destellos marinos y los cantos de las bellas gaviotas. Allá donde las olas golpean las orillas remembrando viejas batallas, viejas pisadas, nuevas ilusiones.
En ese momento abri los ojos. Me encontraba sentado a la orilla de una gran terraza con el hotel a mis espaldas, el poco conocido Panoramic. Un hotel descuidado, pero con una grandiosa vista al mar.¡Si! ¡Estaba en Acapulco! Pero para mi sorpresa, estaba solo. La mujer que amaba no se encontraba a mi lado. Pretexto para muchos e ir en busqueda de nuevas conquistas. No yo. Yo me habia quedado enamorado de la mirada de quella hermosa mujer, que me recordaban las aguas del tranquilo mar. Esa noche no dormí. Me habia enviciado con una cajetilla de cigarros y el recuerdo de mi amada. Las estrellas gritaban a lo lejos su nombre, cegándome, derrumbandome en cada inhalación del humo toxico y apabullante. Toda la noche la recordé. El ruido, los gritos y los himnos de alegria que rondaban por toda la bahia me animaban a soñar e imaginar. La luz del faro.. la recuerdo, la luz que me acompañaba aquella noche, la luz de mi amada.
Y en el horizonte, mas alla del mar, se encontraba la delgada linea entre la realidad y mis sueños. Se hallaba el vacio de mis brazos que no te abrazaron. El beso inconcluso que no te envolvio. Te encontrabas tu.
Finalmente, el puerto quedó atrás. Las olas no se escuchaban más y mis recuerdos me acompañaban en el profundo silencio del camino hacia mi amada.
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